¿QUIÉN SALVARÁ AL RÍO GUATAPURÍ?
Al plantear el tema sobre el pésimo estado del río Guatapurí, es imposible ignorar que parte de tan deplorable situación es consecuencia del cambio climático provocado por el calentamiento global y la disminución de la capa de ozono que protege a la tierra de la radiación solar, procesos naturales que en los dos últimos siglos se han acentuado y acelerado más de lo previsto con la industrialización y la creciente utilización de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, emisores de gases que producen el efecto invernadero, fenómeno por el cual el dióxido de carbono y otros gases productos de la combustión de sustancias generadoras de energía retienen en la atmósfera terrestre parte del calor proveniente del sol.
En realidad, el peligroso fenómeno preocupa tanto a científicos y dirigentes de la humanidad, que a fines del año anterior se reunieron durante dos semanas en la isla Bali de Indonesia, los representantes de 190 países con el firme propósito de tratar a fondo el tema y buscar cómo contrarrestar el deterioro ambiental, porque de seguirse utilizando energías fósiles en las cantidades que se emplean actualmente, al final del presente siglo el calentamiento global provocará repercusiones catastróficas.
En la concurrida reunión se acordó el ‘Plan de Acción de Bali’, que remplaza el ‘Protocolo de Kyoto’, que de veras fue un fracaso debido a que no contó con la cooperación de países tan importantes como Estados Unidos, China e India, que ahora se ven animados a colaborar con la conservación y mejoramiento del ambiente terrestre.
Sin embargo, no es fácil prevenir la amenaza del calentamiento global en vista del enorme costo financiero que requiere masificar energías más limpias, para lo cual los países desarrollados deben compartir información científica y transferir tecnología avanzada a los subdesarrollados; en síntesis, para conservar un planeta confortable es indispensable equilibrar la economía mundial, terminar las guerras y tomar conciencia de que todos tenemos los mismos derechos; si no se dan estas condiciones básicas jamás y nunca, ningún acuerdo, protocolo o plan funcionarán adecuadamente.
En la ciudad de Valledupar da tristeza ver el río Guatapurí (atractivo turístico y sitio de recreación popular) con todo tipo de desechos en su cauce y sus alrededores, y qué decir de la vía al sector del balneario Hurtado por la Avenida Circunvalar, donde botan animales muertos, que si no sirvieran de alimento a los gallinazos y otros animales carroñosos, la pestilencia sería permanente ya que ni los recolectores de basuras de Interaseo recogen tales inmundicias.
Ante la falta del sentido de pertenencia patrimonial, las autoridades y dirigentes locales y regionales deben tomar las medidas que lleven a la salvación del río por el que todavía corre un chorro de agua agradable; especialmente, el Gobernador Cristian Moreno Panezzo, quien representa un partido ambientalista y entre las cinco líneas de acción prioritarias de su gobierno incluye el desarrollo de una verdadera cultura ambiental.
No obstante, el cuidado del río es cuestión de todos, sobre todo de los propietarios de predios aledaños que lamentablemente, en lugar de protegerlo, desforestan sus riberas y le sacan acequias para regar cultivos. También deben cuidarlo sus visitantes que tanto lo disfrutan sin costo alguno y, de seguir la indiferencia ante el río, se secará más temprano que tarde, quedando el gigantesco Santo Ecce Homo encima de un cerro árido, como mudo observador del desastre ecológico, pues la represa ‘Los besotes’ al menos por ahora es una ilusión.
JOSÉ ROMERO CHURIO
Al plantear el tema sobre el pésimo estado del río Guatapurí, es imposible ignorar que parte de tan deplorable situación es consecuencia del cambio climático provocado por el calentamiento global y la disminución de la capa de ozono que protege a la tierra de la radiación solar, procesos naturales que en los dos últimos siglos se han acentuado y acelerado más de lo previsto con la industrialización y la creciente utilización de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, emisores de gases que producen el efecto invernadero, fenómeno por el cual el dióxido de carbono y otros gases productos de la combustión de sustancias generadoras de energía retienen en la atmósfera terrestre parte del calor proveniente del sol.
En realidad, el peligroso fenómeno preocupa tanto a científicos y dirigentes de la humanidad, que a fines del año anterior se reunieron durante dos semanas en la isla Bali de Indonesia, los representantes de 190 países con el firme propósito de tratar a fondo el tema y buscar cómo contrarrestar el deterioro ambiental, porque de seguirse utilizando energías fósiles en las cantidades que se emplean actualmente, al final del presente siglo el calentamiento global provocará repercusiones catastróficas.
En la concurrida reunión se acordó el ‘Plan de Acción de Bali’, que remplaza el ‘Protocolo de Kyoto’, que de veras fue un fracaso debido a que no contó con la cooperación de países tan importantes como Estados Unidos, China e India, que ahora se ven animados a colaborar con la conservación y mejoramiento del ambiente terrestre.
Sin embargo, no es fácil prevenir la amenaza del calentamiento global en vista del enorme costo financiero que requiere masificar energías más limpias, para lo cual los países desarrollados deben compartir información científica y transferir tecnología avanzada a los subdesarrollados; en síntesis, para conservar un planeta confortable es indispensable equilibrar la economía mundial, terminar las guerras y tomar conciencia de que todos tenemos los mismos derechos; si no se dan estas condiciones básicas jamás y nunca, ningún acuerdo, protocolo o plan funcionarán adecuadamente.
En la ciudad de Valledupar da tristeza ver el río Guatapurí (atractivo turístico y sitio de recreación popular) con todo tipo de desechos en su cauce y sus alrededores, y qué decir de la vía al sector del balneario Hurtado por la Avenida Circunvalar, donde botan animales muertos, que si no sirvieran de alimento a los gallinazos y otros animales carroñosos, la pestilencia sería permanente ya que ni los recolectores de basuras de Interaseo recogen tales inmundicias.
Ante la falta del sentido de pertenencia patrimonial, las autoridades y dirigentes locales y regionales deben tomar las medidas que lleven a la salvación del río por el que todavía corre un chorro de agua agradable; especialmente, el Gobernador Cristian Moreno Panezzo, quien representa un partido ambientalista y entre las cinco líneas de acción prioritarias de su gobierno incluye el desarrollo de una verdadera cultura ambiental.
No obstante, el cuidado del río es cuestión de todos, sobre todo de los propietarios de predios aledaños que lamentablemente, en lugar de protegerlo, desforestan sus riberas y le sacan acequias para regar cultivos. También deben cuidarlo sus visitantes que tanto lo disfrutan sin costo alguno y, de seguir la indiferencia ante el río, se secará más temprano que tarde, quedando el gigantesco Santo Ecce Homo encima de un cerro árido, como mudo observador del desastre ecológico, pues la represa ‘Los besotes’ al menos por ahora es una ilusión.
JOSÉ ROMERO CHURIO
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